Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
EL SEÑORIO DE LOS INCAS



Comentario

Cómo los orejones trataron sobre quién sería Inca y lo que pasó hasta que salió con la borla Viracocha Inca, que fue el octavo rey que reinó.


Pasado lo que se contó conforme a la relación que los orejones del Cuzco dan de estas cosas, dicen más, que como se hobiese hecho grandes lloros por la muerte del Inca, se trató entre los principales de la ciudad quién sería llamado rey e merescía tener la tal dignidad. Sobre esto había diversas opiniones; y porque tales hobo que querían que no hobiese rey, sino que gobernasen la ciudad los que señalasen, otros decían que se perdía sin tener cabeza.

Sobre estas cosas había gran ruido; y temiendo su porfía se cuenta que salió una mujer de través de los Anancuzcos, la cual dijo: "¿En qué estáis ahí? ¿Por qué no tomáis a Viracocha Inca, pues lo merece tan bien?" Oída esta palabra, como son tan determinables estas gentes, dejando los vasos del vino a gran priesa fueron por Viracocha Inca, hijo de Inca Yupanqui diciéndole, como le vieron, que ayunase lo acostumbrado y recebiese la borla que darle querían. Viniendo Viracocha en ello, se entró a hacer el ayuno y encargó la ciudad a Inca Roca Inca, su pariente, y salió al tiempo con la corona, muy adornado, y se hicieron fiestas solenes en el Cuzco y que muchos días duraron, mostrando todos gran contento con la elección del nuevo Inca.

Del cual algunos quisieron decir que este Inca se llamó Viracocha por venir de otras partes y que traía traje diferenciado y que en las faiciones y aspectos mostró ser como un español, porque traía barbas. Cuentan otras cosas que más cansarán si as hobiese de escribir. Yo pregunté en el Cuzco a Cayo Tayar Yupanqui y a los otros más principales que en el Cuzco me dieron la relación de los Incas que yo voy escribiendo y me respondieron ser burla y que nada es verdad; porque Viracocha Inca fue nascido en el Cuzco y criado y que lo mesmo fueron sus padres y abuelos; y que el nombre de Viracocha se lo pusieron por nombre particular, como lo tiene cada uno.

Y como le fue entregada la corona, se casó con él una señora principal llamada Runtu Caya, muy hermosa. Y como la fiesta del regocijo hobiese pasado determinó de salir a conquistar algunos pueblos de la redonda del Cuzco que no habían querido el amistad de los Incas pasados, confiados en la fuerza de sus pucaraes; y con la gente que quiso juntar salió del Cuzco con sus ricas andas, con guarda de los más principales, y enderezó su camino a lo que llamaban Calca, donde habían sido rescebidos sus mensajeros con mucha soberbia; mas, como supieron [que] los del Cuzco ya estaban cerca dellos, se juntaron armándose de sus armas y se ponían por los altos de los collados en sus fuerzas y albarradas, de do desgalgaban grandes piedras encaminadas a los reales del Inca para que matasen a los que alcanzasen. E los enemigos, poniéndolo por obra, subieron por la sierra y, a pesar de los contrarios, pudieron ganarles una de aquellas fuerzas. Como los de Calca vieron [a] los del Cuzco en sus fuerzas salieron a una gran plaza, a donde pelearon con ellos reciamente y duró la batalla desde por la mañana hasta el medio día y murieron muchos de entrambas partes y fueron más los presos. La victoria quedó por los del Cuzco.

El Inca estaba junto a un río, donde tenía asentados sus reales, y como supo la victoria sintió mucha alegría. Y en esto, sus capitanes abajaban con la presa y cativos. Y los indios que habían escapado de la batalla con otros capitanes de Calca y de sus comarcas, mirando que, pues tan mal les había cuadrado el pensamiento, que el final remedio que les quedaba era tentar la fe del vencedor y pedirle paz con obligarse a servidumbre moderada, como otros muchos hacían, y así acordado, salieron por una parte de la sierra diciendo a voces grandes: "Viva, para siempre viva el poderoso Inca Viracocha, nuestro Señor". Al roido que hacía el resonante de las voces se pusieron en armas los del Cuzco, mas no pasó mucho tiempo cuando ya los vencidos estaban postrados por tierra delante de Viracocha Inca; a donde, sin levantar, uno que entre ellos se tenía por más sabio, alzando la voz, comenzó a decir: "Ni te debes, Inca, ensoberbecer con la vitoria que Dios te ha dado, ni tener en poco a nosotros por ser vencidos, pues a ti y a los Incas es permitido señorear las gentes y a nosotros es dado con todas nuestras fuerzas defender la libertad que de nuestros padres heredamos y, cuando con ello salir no pudiéramos, obedecer y recibir con buen ánimo la subjeción. Por tanto, manda que ya no muera más gente ni se haga daño y dispón de nosotros a tu voluntad". Y como el indio principal hobo dicho estas palabras, los demás que allí estaban dieron aullidos grandes, pidiendo misericordia.

El rey respondió que, si daño venido les había, que su ira había sido la culpa, pues al principio no quisieron creer sus palabras ni tener su amistad, de que a él había pesado; y liberalmente les otorgó que pudiesen estar en su tierra poseyendo, como primero, sus haciendas, con tanto que, a tiempo y conforme a las leyes, tributasen de lo que hobiese en sus pueblos al Cuzco; y que dellos mismos fuesen luego a la ciudad y le hiciesen dos palacios, uno dentro della y otro en Caqui [xahuana], para se salir a recrear. Respondió que lo harían y el Inca mandó soltar los cativos sin que uno sólo faltase y restituir sus haciendas a los que ya tenían por sus confederados; y para que entendiesen lo que habían de hacer y entre ellos no hobiese disensiones, mandó quedar un delegado suyo con poder grande, sin quitar el señorío al señor natural.

Pasado lo que se ha escripto, Inca Viracocha envió un mensajero a llamar a los de Caitomarca, questaban de la otra parte de un río hechos fuertes, sin jamás haber querido tener amistad con los Incas que había habido en el Cuzco; y como llegó [el] mensajero de Viracocha Inca le maltrataron de palabra, llamando al Inca loco, pues así creía que ligeramente se habían de someter a su señorío.